Ante el riesgo de inundaciones existente en determinadas zonas de España, especialmente en la cuenca mediterránea, es necesaria la prevención, que, según el Ilustre Colegio Oficial de Geólogos (ICOG), pasa por las infraestructuras verdes, al ser capaces de retener, infiltrar y reducir el volumen de la escorrentía para que no arrase con todo lo que coja a su paso.
Para que los núcleos urbanos no acaben asolados por las inundaciones, en el curso ‘Infraestructuras Verdes para la Prevención de Riesgos Geológicos’ de la Escuela de Geología Profesional del ICOG se decía que es conveniente combinar las infraestructuras grises, como pavimentos y presas permeables, con infraestructuras verdes como jardines de lluvias, barreras verdes, estanques de retención, colectores de lluvias y biozanjas.
Principalmente, porque protegerán a los ciudadanos de riadas incontrolables, pero también porque con esas barreras de contención naturales y convencionales el entorno se prepara mejor para el cambio climático.
Error, poner únicamente asfaltos y pavimentos impermeables
Lo que es absolutamente contraproducente y desaconsejable es poner únicamente asfaltos y pavimentos impermeables y, como se ha demostrado en múltiples ocasiones, canalizar ríos y arroyos en contra de su propio cauce, ya que son como pistas de patinaje para los intensos caudales de fenómenos meteorológicos como la gota fría de otoño que, en ciertas regiones de escasa vegetación se llevan por delante enormes cantidades de sedimentos, con el peligro que ello conlleva.
Eso por no hablar de lo caras que resultan las obras para hacer infraestructuras grises con alta capacidad de drenaje, que no son la panacea, básicamente son útiles para almacenar los excedentes de agua para posibles momentos de sequía.
La integración de las infraestructuras verdes es fundamental
Lo importante es que las infraestructuras verdes en el medio rural se integren con las urbanas y con las grises aportando la vegetación y la densidad necesarias en los cauces de ríos, arroyos y afluentes, para que llegue menos torrente de agua a los núcleos urbanos y, de ese modo, estos estén más seguros, sin riesgos como los taludes, los desprendimientos, la erosión o los deslizamientos.
Es decir, las infraestructuras verdes estabilizan el terreno, permiten la absorción de CO2, la infiltración de aguas superficiales y la mejora de los acuíferos, por eso debemos tender a seguir los ejemplos de las ciudades esponjas o del Grupo Grasa.
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